martes, 24 de junio de 2008

Conyugalia: Más allá del sí, te quiero

Más allá del sí, te quiero

Autor Aníbal Cuevas
Una lograda apología del matrimonio, sencilla, clara y, sobre todo, práctica.

Eds. Internac. Universit. 2007. ISBN: 9788484692126. 11 Euros ISBN: 9788484692126
Revisión publicada en http://www.criteriaclub.com/

Aníbal Cuevas está casado y es padre de cuatro hijos. De profesión sobrecargo de líneas aéreas, desde hace diecisiete años dedica una buena parte de su tiempo a la Orientación Familiar. Está diplomado en Orientación Familiar y ha realizado un programa de liderazgo en el IESE. Ha impartido cursos de Orientación Familiar y dictado conferencias, además de colaborar en diversos medios y escribir diariamente sobre matrimonio, familia y educación en su blog http://anibalcuevas.blogs.com/

En un país donde en índice de divorcios ha aumentado un 75 por ciento durante el pasado año, libros como Más allá del sí, te quiero se tornan imprescindibles. Buena prueba de ello es que el libro fue publicado hace apenas un mes y ya está a la venta la 2ª edición.
Para Cuevas, casado y padre de familia numerosa, el matrimonio no es un simple contrato entre un hombre y una mujer, sino una alianza que ambos establecen de manera libre y voluntaria y que les lleva a darse el uno al otro de manera incondicional. El autor reconoce que esta idea es difícil de entender para el hombre actual, acostumbrado a las relaciones basadas en los contratos y el intercambio de servicios.

Más allá del sí, te quiero se trata de un libro que anima a mirar al futuro, a elevar el listón de la autoexigencia personal y, como afirma la contraportada, a levantarse cada mañana dispuesto a vivir enamorado, alimentar el fuego del amor a lo largo del día con pequeños detalles, fomentar los deseos de volver a casa o luchar por vivir en concreto virtudes como la generosidad, la sinceridad o la fortaleza. Éstas son algunas de las propuestas, siempre regadas del más sensato sentido común, que el autor señala como medios para vivir un matrimonio feliz.

Al finalizar el libro, y a modo de epílogo, Cuevas confiesa que si la lectura del libro ha ayudado a alguna persona a mejorar su matrimonio y ser más feliz, él habrá cumplido su objetivo.

Conyugalia: Mi matrimonio en crisis... ¿Qué puedo hacer?

Mi matrimonio en crisis… ¿Qué puedo hacer?

Por Fernando del Castillo del Castillo.
Publicado en:
http://tertuliadeamigos.webcindario.com/bioetica01d.html

Desde el momento que me hice católico, no tengo, naturalmente, más historia de mis ideas religiosas que relatar. Al decir esto no quiero decir que mi entendimiento ha permanecido ocioso, o que haya dejado de pensar en temas teológicos, sino que no tengo variaciones que anotar ni he tenido angustia alguna de corazón (…)

“Tampoco me ha supuesto turbación alguna la aceptación de los artículos adicionales que no se encuentran en el credo anglicano. Algunos los creía ya, pero ninguno de ellos ha sido para mí una prueba (…) Naturalmente, estoy muy lejos de negar que cada uno de los artículos del credo, tal como los admiten católicos o protestantes, no estén envueltos en dificultades intelectuales y es patente que yo no soy capaz de resolverlas. Hay personas muy sensibles a las dificultades de la religión; yo soy tan sensible a ellas como cualquiera; pero nunca he podido ver la conexión entre percibir estas dificultades, por vivas que sean y mucho que se multipliquen, y la duda, por otra parte, sobre las doctrinas a que van inherentes. A mi entender, diez mil dificultades no hacen una duda; dificultad y duda son cantidades inconmensurables. Puede, naturalmente, haber dificultades en la demostración; pero yo hablo de dificultades intrínsecas a las doctrinas mismas o a sus relaciones con otras. Uno puede estar fastidiado por no poder resolver un problema matemático, cuya solución se le ha dado o no se le ha dado, sin dudar de que tiene solución o que una solución particular es la verdadera.” (John Henry Card. NEWMAN, Apologia pro vita sua. Cap. V: Mi estado de espíritu desde 1845, in princ.)

¿Tiene sentido empezar este tema con una cita de Newman sobre la Fe, las dificultades y la duda? Sí (y de hecho será continuo punto de referencia en nuestro estudio): la exquisita finura con que el autor matiza la diferencia esencial entre las dificultades y la duda en el asentimiento de fe, le lleva a afirmar de forma lapidaria que diez mil dificultades no hacen una duda. Una afirmación ejemplar para distinguir también entre las incomodidades y contrariedades en la vida matrimonial (normales, por otra parte) y el desamor o el fracaso dentro del matrimonio.

¡Cómo nos queríamos al principio!...

La fe que uno tiene en lo que dice otra persona no se fundamenta tanto en la evidencia de lo que afirma como en la confianza que nos inspira esa persona. Por este motivo podemos tener dudas acerca de informaciones que nos llegan y que no parecen en sí descabelladas -por ejemplo, cuando otro compañero del trabajo anuncia una subida de sueldo superior a la esperada o unas vacaciones más prolongadas-; mientras que no dudamos de lo que dice alguien digno de nuestra confianza, aunque haga afirmaciones casi increíbles (como la madre que nos dice que ha visto por la calle paseando a quien considerábamos postrado en silla de ruedas para el resto de su vida).

El amor a otra persona hace que crezca la confianza en ella. Más aún: permite que quitemos importancia a los pequeños errores que comete. Y en el caso de descubrir grandes errores, ese amor -que no ingenuidad- sabe disculparlos con excusas que salvan la intención con que actuó o al menos recuerdan sus aciertos anteriores.

En el noviazgo suele darse un primer enamoramiento bastante superficial. Sólo conforme pasa el tiempo va tomando cuerpo un amor más personal: siguen vivos los afectos sensibles, pero bajo esos rasgos físicos y de carácter que nos atraen, descubrimos a otra persona con la que empezamos a plantearnos compartir el resto de nuestra vida.

Cuando un hombre y una mujer deciden casarse (sellar ante testigos cualificados un compromiso con carta de naturaleza que los vincule de por vida), cada uno conoce que puede cruzarse en su vida otra persona cuyas características le “deslumbren”. Sin embargo, sabe también que la “esencia” de su amor no son los sentimientos -aunque sean buenos y convenientes para un amor verdaderamente humano- sino la voluntaria entrega personal.

Si estas ideas se difuminan y el matrimonio permite que su relación no llegue más allá del sentimiento, corre el riesgo de derrumbarse cuando dicho sentimiento se enfría o cuando en la vida de uno de los cónyuges se cruza otra persona que despierta un nuevo enamoramiento (sentimental).

Es entonces cuando se plantean dudas donde sólo debería haber dificultades. Y se interpretan los pequeños roces normales de la convivencia como desprecios y muestras de desamor. Y se pregunta uno si no habrá sido un error casarse. E incluso -en un alarde de “falsa humildad”- llega a considerarse incapaz de adoptar un compromiso “de por vida” con otra persona, porque comprueba que sus sentimientos son volubles (y piensa que el amor humano se reduce a sentimientos).

Y nos asalta un pensamiento melancólico que va tomando cuerpo día a día: ¡Cuánto nos queríamos al principio!...

El noviazgo (necesario) tiene un sentido

Cuando un chico y una chica se enamoran y se declaran mutuamente su amor se establece entre ambos una relación de noviazgo.

Como hemos dicho antes, al comienzo de esa relación prima el sentimiento: el aspecto físico, el modo de ser, el tono de voz, la mirada… Todo lo que vemos en el otro hace que nuestro pensamiento gire en torno a esa persona que… ¡con su sola presencia nos produce hasta escalofríos y nerviosismo!

El trato hace que ese sentimiento -sin llegar a desaparecer nunca- dé paso a un amor más profundo, que descubre detrás de esa mujer o de ese hombre a una persona: nos atrae, ¡sí!, pero -como persona- tiene su propia historia (de la que es protagonista) y deseamos que se entrelace con la nuestra (de la que somos nosotros los protagonistas)... para interpretar juntos una “película” con un “actor” y una “actriz” principales (dos protagonistas: ¡nosotros dos!)

Como el noviazgo no es todavía un compromiso definitivo, se puede dar marcha atrás en la relación. Pero como sí se orienta a un compromiso definitivo, tampoco se trata de una relación trivial: en la vida de los novios se cruzarán otras personas que les parezcan atractivas y que, sin embargo, no serán obstáculos para seguir adelante con esa relación de mutuo conocimiento. Porque en el noviazgo no sólo se da una atracción (sentimiento) entre los novios, sino que se reconoce también una declaración de amor personal (acto libre).

Por esta razón hay que orientar el noviazgo hacia el conocimiento personal de quienes se encuentran enamorados. Las manifestaciones de afecto han de existir (manifestaciones propias de la entrega en el noviazgo y no manifestaciones de amor matrimonial). Pero si el noviazgo se reduce a esas manifestaciones afectivas (aunque sean apropiadas), puede ser el preámbulo de un fracaso matrimonial, por no favorecer el conocimiento entre los novios.

Nos hemos casado. Y ahora… ¿qué?

La libertad humana es tan grande que un hombre y una mujer pueden comprometerse de por vida el uno con el otro en una entrega de amor personal (con cuerpo y alma): eso es el matrimonio.

Sin embargo, no basta con esa decisión. Hay que alimentar el fuego del amor con pequeñas ramas que, día tras día, mantengan viva la hoguera. Y el primer peligro que nos encontramos es -como en cualquier relación personal prolongada- la rutina.
Esa rutina o acostumbramiento al otro lleva a abandonar los detalles pequeños que, con ilusión, tenían entre sí el hombre y la mujer cuando eran novios. La experiencia demuestra la necesidad de que ambos sigan esforzándose -cada uno- por conquistar al otro cada día dentro del matrimonio.

A ese peligro de la rutina (con manifestaciones de descuidos en el arreglo personal y de desinterés en las cosas pequeñas de la relación) se añade otro no menos importante: la falta de comunicación.

Ambos riesgos actúan como un explosivo retardado para la relación matrimonial. Fácilmente se produce, entonces, que uno de los cónyuges perciba la rutina del otro como desinterés o incluso como desprecio (y ambos van distanciándose afectivamente, casi sin darse cuenta, por su falta de comunicación…).

Cuando se caldea el ambiente…

La falta de comunicación entre los cónyuges desarrolla un ambiente frío. Y se da entonces la siguiente paradoja: el hogar es el lugar en el que cualquier persona se refugia para descansar de la tensión acumulada dentro del trabajo y en la calle; sin embargo… es tan dura la sensación de frío que en él encuentran los cónyuges cuando llegan a esa situación que -casi inconscientemente- empiezan a retrasar la vuelta del trabajo o a buscar la compañía de otros amigos antes de ir a casa (como un “placebo” para paliar la falta de afecto que les espera en su hogar).

Es una situación anormal. El matrimonio está “enfermo” (y tiene subidas y bajadas de “fiebre”). Entonces, sin solución de continuidad, se pasa de la “indiferencia” en el trato al “encendimiento explosivo” contra el otro.

El motivo de esos encendimientos puede ser insignificante: un retraso, el descuido de un pequeño encargo que nos han dado, la falta de atención a los detalles en la vida del otro (un aniversario que pasa “sin pena ni gloria” -con una celebración rutinaria-, un “no caer en la cuenta” de algún aspecto en el modo de vestir), etc.

Sabemos que un alfilerazo provoca que un balón de fútbol se desinfle, pero éste puede ser reparado antes de perder todo el aire. Sin embargo, si el alfilerazo se aplica a un globo hinchado (con paredes evidentemente más delgadas que el balón), el globo revienta.

De igual forma, el matrimonio “tenso” por la incomunicación (débil, como las paredes del globo hinchado) “explota” ante el alfilerazo de una pequeña contradicción. Se hacen presentes los recuerdos de agravios que cada uno iba anotando desde tiempo atrás en el interior de su alma (anotados en uno de esos rincones oscuros -sin airear- que se han ido formando en el alma por la falta de comunicación). Y afloran esos agravios en un “diálogo” que es monólogo porque ninguno busca escuchar al otro sino sólo “restregarle” tantas heridas que aún permanecen abiertas…

¡Alarma! ¡Arden las palabras!

Todos -por ser personas humanas- tenemos pasiones. Y éstas no son buenas ni malas. Sólo llegarán a serlo según la orientación libre que les demos. Cuando la pasión nos domina, en cualquier caso, el resultado de lo que hacemos es siempre negativo (tanto si se trata de una pasión “positiva” como la alegría -que degenera en euforia- como si es “negativa” -caso de la tristeza que lleva a la desesperanza-).

Si el rencor acumulado hasta que estalla la discusión enciende la ira, la lengua se suelta y ambos cónyuges se dicen cosas que jamás afirmarían en una situación de serenidad.

Al descubrir esto, cualquiera de ellos que lo haga debe “rehuir el envite” y evitar la confrontación. Aunque sea ausentándose físicamente por unos momentos (quizá horas), retirándose a otra habitación. Y debe hacerlo porque cualquier frase pronunciada en esas circunstancias de iracundia resultará hiriente, mordaz, irónica… y destrozará más aún la poca “vida” que le queda a un amor conyugal “enfermo” que en esos momentos se encuentra en la “UVI”.

Habitualmente, ambos reconocen que en algo han fallado (aunque piensen que la mayor parte de la culpa la tiene el otro: “que no me comprende” o “que no corresponde como debe a tanto sacrificio como hago por él/ella”). Por eso, a esas situaciones de máxima tensión suelen seguir periodos de silencio sólo interrumpidos por frases cortas (no hirientes, pero sí secas: que hacen también daño porque manifiestan una aparente frialdad a pesar de lo ocurrido). Y todo a la espera de que “el otro se dé cuenta” por fin de su error y pida perdón…

Ha pasado la “tormenta” pero no el peligro de hundimiento. El paso del tiempo no cura nada en estos casos. Lo más que puede es permitir que la “herida” cierre en falso (“herida” que sigue infectada y que -al crecer la infección- sigue produciendo molestias y dolor… ¡hasta abrirse de nuevo con cualquier roce!)

Volverá una nueva “tormenta” (quizá más fuerte y de peores consecuencias que la anterior) cuando llegue el momento oportuno. Si no se pone remedio…

Lucha en positivo: -"¡Te quiero!" (díselo…)

Hay que aprovechar el periodo de silencio (posterior a la “tormenta”) para tomar decisiones positivas. Cuando se ha apagado el acaloramiento de la discusión y el encendimiento interior (es decir, el apasionamiento contra el otro) podemos volver a hablar:

¿Cuánto tiempo hace que no has dicho a tu mujer que la quieres? ¿Cuánto llevas sin decir a tu marido que desearías “comértelo a besos”, que no existe en el mundo ningún hombre como él?...

«¡Amor mío, te quiero mucho! Perdóname todo lo que te dije en esa discusión. Soy un tonto. Estaba “encendido” y no me daba cuenta de lo que decía. Te quiero con toda mi alma. Eres la mujer de mi vida y te necesito. Pero soy como un niño chico: necesito que me perdones, que me comprendas y que me ayudes. ¡Te quiero tanto!... Querría volver a enamorarte como cuando éramos novios. Pero ya no somos novios: nos hemos entregado libremente de por vida. Por eso no puedo imaginar mi vida al margen de ti.

»Soy débil. Pero el orgullo me ha llevado a esconder esa “debilidad” y a mostrarme autosuficiente. Quiero pedirte que hablemos más. Deseo que conozcas siempre cuáles son mis sentimientos. Quiero manifestarte el amor que te tengo. Si alguna vez no lo hago… piensa que es por orgullo, que es el niño tonto y caprichoso que llevo dentro quien actúa, y no yo. Porque yo -recuerda en los momentos difíciles lo que estoy diciéndote ahora- te amo con toda la capacidad de amar a una mujer que Dios mismo ha puesto en mi corazón.»

(Puede ser éste un modelo de diálogo. Ninguna mujer enamorada permanecerá insensible ante esa declaración humilde y sincera. Tampoco ningún hombre, si la mujer manifiesta sentimientos semejantes).

El amor no vive “del aire”. Los amigos que no se ven, que no muestran con hechos -o al menos con palabras- su amistad, saben que ésta acabará desapareciendo. Por eso procuran salvar las distancias si se encuentran lejos: mediante el teléfono o escribiéndose (como aquél que, de forma -eso sí- un tanto cursi, tranquilizaba al amigo a quien no veía desde años atrás, escribiéndole: «No te preocupes: la amistad que nos une es más grande que la distancia que nos separa»). Y cuando están cerca necesitan manifestarse de alguna forma (quedando y hablando) el afecto propio de la amistad.

En el amor entre un hombre y una mujer (el enamoramiento o el eros) sucede algo parecido, pues al fin y al cabo es otro tipo de amor humano. Por eso, en el matrimonio, cada cónyuge -aunque convivan bajo el mismo techo y duerman en el mismo lecho- necesita también decir “te quiero” y escuchar “te quiero”. Y no es excusa pensar: “¡ya lo sabe!”, porque para avivar el amor no basta con saber que es así: hay que percibir, sentir, escuchar que es así. Esta es la lucha positiva que salvará el amor (y aun lo acrecentará) en momentos de crisis: las muestras frecuentes de cariño.

Y cuando resulte costoso mostrar el afecto -porque la relación atraviesa un momento difícil-, debo recordar que esa mujer (o ese hombre) no es sólo una persona que me atrae: sino alguien que libremente quiso embarcarse en la aventura de compartir toda su vida conmigo, entregándose a mí… (No sólo Dios, también otras personas que asistieron a nuestro matrimonio son testigos cualificados que pueden ayudarme a avivar ese recuerdo cuando mi mente se “oscurezca”…). Así evitaremos que las pequeñas dificultades se conviertan en un obstáculo insuperable: porque, cuando hay amor, diez mil roces no constituyen una ofensa, diez mil contrariedades no equivalen a un fracaso, diez mil pequeños descuidos no hacen un desprecio...

jueves, 19 de junio de 2008

Conyugalia: No da lo mismo esperar a tener hijos

No da lo mismo esperar a tener hijos

Cuanto más se retrasa la maternidad, hay más problemas de infertilidad y más riesgos para la madre y el hijo. Así lo advierte Ulla Waldenström, profesora de cuidados del Karolisnka Institutet, en un libro cuyas tesis comenta un artículo publicado en Svenska Dagbladet (19-05-2008).

Fuente: Svenska Dagbladet en www.aceprensa.com Fecha: 3 Junio 2008

“¡No da lo mismo esperar a tener hijos!”, advierte la comadrona y profesora de cuidados del Karolisnka Institutet Ulla Waldenström. La edad a la que se tiene el primer hijo es cada vez más alta, lo cual aumenta el riesgo de que nazcan niños prematuros o con el síndrome de Down.

Cuando las parejas suecas de hoy tienen su primer hijo, la edad media de la mujer es 29 años y la del hombre 30, o sea cinco años más tarde que la generación de sus padres.

En el libro (1) que ha publicado, Ulla Waldenström comenta los problemas que surgen de estas situaciones, como por ejemplo: la necesidad de recurrir a la procreación asistida, más familias sin hijos o con hijos únicos, complicaciones en el embarazo para la madre y el hijo.

La mayoría de los jóvenes suecos declaran que quieren tener hijos en algún momento; eso sí: no más de dos. Sin embargo, lo que no tienen en cuenta es que si esperan demasiado tiempo pueden ser sorprendidos por la infertilidad. Aunque recurran a la procreación artificial como solución al problema, el éxito dependerá también de la edad de los padres.

Es sabido que a mayor edad de la mujer, menos fertilidad, y que esta disminución es más drástica después de los 30 y más considerable aún a partir de los 35. También la fertilidad de los hombres comienza a disminuir después de los 40.

Si el primer hijo se tiene después de los 30, la probabilidad de que ese niño tenga hermanos disminuye. Según una investigación hecha entre estudiantes universitarios, más de la mitad de los jóvenes quieren tener el último hijo entre los 35 y 44 años, es decir cuando la fertilidad es bastante más baja.

En cuanto a las complicaciones médicas relacionadas con el retraso de la maternidad, está sobre todo el aumento del riesgo de síndrome de Down. Pero, al haber un envejecimiento general de todo el cuerpo, también se dan otras complicaciones, como parto prematuro –algunas veces antes de la semana 33–, niños que pesan menos de 1,5 kilos o que mueren durante el embarazo o poco tiempo después del nacimiento. En las mujeres que tienen el primer hijo cuando son mayores de 35 años estos riesgos se duplican en relación con las que son madres entre los 20 y 25 años.

Ulla Waldenström señala que la edad media de las madres primerizas tiene que bajar unos cuantos años para que disminuyan las madres con partos difíciles y se salven más vidas de niños prematuros. Para modificar este comportamiento se necesita información, un cambio de actitud y medidas políticas.

Por ejemplo:

  • Aumentar las ayudas a los padres jóvenes para que puedan adquirir estabilidad en el mercado de trabajo.
  • Un cambio de actitud en los empleadores para que dejen de preguntar a las mujeres jóvenes durante las entrevistas de trabajo si piensan tener hijos en un futuro próximo.
  • Los hombres deben aprender acerca de los límites de fertilidad en relación con la edad. Las mujeres quieren, en general, tener hijos cuando son jóvenes de una forma más intensa que los hombres. Deberían aprender también que la fertilidad es un problema para las mujeres y para los hombres por igual.

(1) Vänta med barn? Det är kris i befruktningsfrågan! Karolinska Institutet University Press, 2008.

jueves, 12 de junio de 2008

Conyugalia: un seguro de vida para el matrimonio

Un seguro de vida para el matrimonio

por Tomás Melendo Granados en http://www.arbil.org/99matr.htm

Después de pensarlo con calma, considero que en la práctica diaria existe una clave suprema y casi infalible que asegura el triunfo de cualquier matrimonio: la capacidad de perdonar y pedir perdón. Y que esa actitud depende en buena medida de la que adoptemos ante los defectos del propio cónyuge: aceptarlos, conforme los vayamos descubriendo, y, si no son ofensa de Dios, esforzarnos por comprenderlos e incluso amarlos.

Presunción de inocencia

Y es que, por más que luche por corregir esas faltas, a lo largo de la vida se harán más de una vez presentes, con las molestias que suelen llevar aparejadas y que exigen del otro consorte una decidida e incondicionada resolución de pasarlas por alto cuantas veces fuere necesario… como los ignoramos —más aún, los «comprendemos» y nos producen ternura— cuando se trata de nuestros hijos pequeños… que no son muy distintos de nuestro cónyuge, ¡especialmente del marido!

Volviendo al perdón, lo estimo tan relevante que cabría sostener que el «sí» del día de la boda resultará vano si no se encuentra reforzado y protegido, desde entonces y a lo largo de toda la vida en común, por la decisión de perdonar siempre que la persona amada o bien no advierta el agravio infligido al cónyuge o bien, al percibirlo, se muestre sinceramente arrepentida y luche por corregirse.

Para lograrlo resulta muy conveniente que en cada uno de los miembros del matrimonio reine incontrastada la «presunción de inocencia» respecto al otro. Esto es, el firme convencimiento de que, aunque las apariencias pudieran dar a entender lo contrario, nuestro esposo o esposa nunca realiza nada con la intención de «fastidiarnos».

Si las propias disposiciones hacia el otro son las de hacerle la vida lo más agradable posible, ¿qué nos autoriza a presumir que él o ella habría de actuar con fines menos rectos? Una cosa es el error o el descuido, fácilmente tolerables si se advierten como tales (reitero la comparación con nuestros hijos de corta edad), y otra muy distinta, y rarísima en un matrimonio normalmente constituido, el afán de herir o hacer daño de manera consciente y premeditada, incluso en los momentos de cansancio o aburrimiento o nerviosismo o en las explosiones de mal genio derivadas de esas circunstancias.

Reflexionar a menudo cuando la mar está en calma sobre esta verdad casi obvia facilitará enormemente el disculpar o incluso pasar por alto —¡no advertirlos!— los roces y las tensiones originadas por el tráfago de la existencia cotidiana.

Perdonar, olvidar... Para curar

Tal vez por eso, la disposición habitual de perdonar y solicitar el perdón constituía para San Josemaría Escrivá una de las pruebas más esencialmente significativas del amor entre los esposos… y del mismo amor de Dios, de Quien le admiraba, más aún que su poder creador y la maravilla de la Encarnación, justo Su reiterado y siempre actual afán por perdonar a quienes le ofendemos y, compungidos, volvemos al combate.

Pues bien, a ese Dios que sale a nuestro paso, se nos acerca, nos sana, indulta y olvida, hemos de intentar asemejarnos los esposos. Teniendo en cuenta que el resultado será siempre un incremento de nuestro amor recíproco, porque sólo en ese amor haya su fundamento la capacidad de perdonar… y de olvidar y curar, haciendo desaparecer la afrenta y las huellas que pudiera dejar en nosotros y en nuestro cónyuge.

A este respecto, me gusta recordar unas palabras de Étienne Gilson: «El Dios de nuestra Iglesia no es sólo un juez que perdona, es un juez que puede perdonar porque es, primero, un médico que cura» … y goza —que Él me excuse la aparente irreverencia— de una colosal «mala memoria».

En realidad, para nosotros los humanos, perdonar y olvidar de veras incluye la máxima eficacia alcanzable: es, en cierto modo, nuestra manera más real de curar, lo que más se acerca a cauterizar definitivamente la herida. De ahí la alusión un tanto cariñosa y bromista a la «mala memoria» divina que, sin embargo, es un recurso de tremenda eficiencia, y nada metafórico, en la vida conyugal.

En esta línea, recuerda Paul Jonhson: «los secretos de un matrimonio bien trabajado son paciencia y perseverancia, tolerancia y dominio de sí, estoicismo y tenacidad, resistencia, disposición a perdonar y, a falta de todo eso, mala memoria: ¡nada menos!». Y comenta Amadeo Aparicio: «No es fácil adquirir una buena mala memoria. El peso de los recuerdos, la dificultad de olvidar ciertas cosas, la actitud rencorosa que, en una discusión, saca todos los trapos a relucir, y el apasionamiento de la polémica que lleva a decir más de lo que uno quisiera, hacen complicado el entendimiento entre ambos. Y es imprescindible ejercitarse en el olvido, sustituyendo los “malos recuerdos” por una voluntad decidida de perdón».

Resumiendo: la firme decisión de perdonar e, incluso antes, de pedir perdón, con todo lo que lleva aparejado de comprensión y olvido, compone una de las actitudes básicas más «rentables» de todo hogar que aspire a cumplir su cometido en este mundo, generando e irradiando hacia quienes lo rodean felicidad y contento.

Lo confirma la reflexión de un santo del siglo XX en torno a las pequeñas trifulcas que surgen en la convivencia. En tales circunstancias —nos aconseja—, «debemos acostumbrarnos a pensar que nunca tenemos toda la razón. Incluso se puede decir que, en asuntos de ordinario tan opinables, mientras más seguro se está de tener toda la razón, tanto más indudable es que no la tenemos. Discurriendo de este modo, resulta luego más sencillo rectificar y, si hace falta, pedir perdón, que es la mejor manera de acabar con un enfado: así se llega a la paz y al cariño».

Al estilo de Dios

Pero ¿por qué perdonar y pedir perdón se muestran tan eficaces en la vida matrimonial y mejoran de manera casi insuperable la calidad personal de los cónyuges, purificando e incrementando su amor recíproco? Por una razón relativamente sencilla y ya insinuada: por cuanto todo ello asimila el afecto mutuo de los esposos al Amor infinito de Dios.

Como acabamos de sugerir, otorgar un perdón sin condiciones puede considerarse como una de las operaciones más caracterizadoras y exclusivas y portentosas del Dios omnipotente y amorosísimo. «Errar es humano, perdonar divino», aseguraba Pope. Por eso perdonar de corazón, sin falsas reservas ni retrancas, olvidando realmente la injuria y, desde este punto de vista, haciéndola desaparecer, acerca infinitamente a Dios a quien perdona y provoca una gratitud también cuasi divina en quien así se siente amado.

Muchas veces se ha comentado que el amor permite ver al ser amado con ojos divinos. («Gracias quiero dar al divino / laberinto de los efectos y de las causas —escribió Borges— / […] por el amor, que nos deja ver a los otros / como los ve la divinidad, / …». Ahora bien, parece evidente que Dios observa a las personas con una mirada afabilísima, que pone en primer término cuanto de bueno, de grandioso, Él está produciendo y conservando en cada una. No es que ignore nuestros defectos, pues nos conoce con la máxima perfección; pero los calibra en sus justas dimensiones, más como carencias que como entidades positivas. Y, dentro de la persona, cualquier déficit no representa sino un detalle casi irrelevante frente a la grandeza sublime de su eminente dignidad.

El amor de Dios se dirige, directo y eficaz, como una saeta bien orientada, hacia el núcleo más íntimo del ser humano: y ese meollo, la médula de la persona, es merecedor, por gratuita dádiva divina, de un amor incondicionado… incluso cuando transitoriamente la criatura se vuelve contra su Creador.

De ahí que San Josemaría Escrivá, que vivió con intensidad suma el amor a Dios y a los hombres pudiera llegar a sostener que él no necesitaba perdonar… justamente porque Dios le había enseñado a amar sin reservas ni distingos. Y así, de Dios, debemos aprender los cónyuges.

Motivos para amar… y pasar por alto la ofensa

Y es que, cuando se quiere de veras, el presunto ultraje, la descortesía o el desinterés resultan como anegados por la abundancia de realidades positivas que aquel a quien se estima nos ha demostrado a lo largo de toda su existencia y nos sigue mostrando incluso en esos momentos menos conseguidos. Y de ahí, como sugería, que ante un amor sincero y apasionado, el agravio pasa muchas veces inadvertido y no requiere ser exculpado: remedando e invirtiendo radicalmente el sentido del no muy feliz dicho popular, cabría sostener que «no ofende el que quiere… ni el que es querido».

La clave, como de costumbre, es el amor. Lo sostiene esta cita, que a la par resume y confirma mucho de lo anteriormente expuesto: «Cada uno de nosotros tiene su carácter, sus gustos personales, su genio —su mal genio, a veces— y sus defectos. Cada uno tiene también cosas agradables en su personalidad, y por eso y por muchas más razones, se le puede querer. La convivencia es posible cuando todos tratan de corregir las propias deficiencias y procuran pasar por encima de las faltas de los demás: es decir, cuando hay amor, que anula y supera todo lo que falsamente podría ser motivo de separación o de divergencia. En cambio, si se dramatizan los pequeños contrastes y mutuamente comienzan a echarse en cara los defectos y las equivocaciones, entonces se acaba la paz y se corre el riesgo de matar el cariño».

No pretendo sostener con cuanto vengo diciendo que siempre sea fácil perdonar, precisamente porque el orgullo anida muy hondo en el centro de nuestros corazones. Pero cuando el esfuerzo de amor continuado transforma el perdón en actitud habitual, los efectos de crecimiento de la vida en común no podrán nunca ponderarse en exceso: quien perdona experimenta un gozo y una paz, una alegría… que no dudo en volver a calificar de cuasi divinas.

Y el que es absuelto descubre en el esposo o en la esposa la imagen fidedigna de un Dios compasivo… y le resulta muy difícil no quererlo o quererla con toda el alma, porque por él o ella se siente infinitamente amado. Uno y otro, al pedir disculpas y otorgarlas, se vacían de sí mismos, de sus presuntos «derechos», dando en consecuencia un paso de gigante hacia la verdadera acogida y el don recíprocos.

Y así, reblandecidos y remodelados ambos espíritus por la efusión amorosa del perdón, inmensamente cercanos al Hogar divino, se torna sencillo disponerse al cambio que efectivamente los introducirá más en el otro cónyuge, elevando la calidad y el colorido de su mutua entrega y poniéndolos en condiciones de desbordarse en beneficio de cuantos crecen y mejoran a su amparo.

Lo positivo... del otro

Concluyo, con palabras de Ugo Borghello: «Narra una fábula que el demonio merodeaba por los barrios con el fin de dividir y arruinar a las familias. Se introducía en los hogares bajo la apariencia de un peregrino cansado y, mientras lo atendían, se las ingeniaba para hacer a la mujer caer en la cuenta de que el marido la trataba como a una esclava, mientras él permanecía tranquilamente sentado, charlando con el huésped, o cosas por el estilo. Y así proseguía insidiando, hasta que lograba hacer estallar una rabiosa discusión.

Pero un día entró en una casa donde todos sus intentos fracasaron. Fue él entonces quien se enfadó y, desesperado, exclamó: “¿Pero vosotros no discutís nunca?”. “No, porque desde el primer día hicimos un pacto: cada cual deberá fijarse sólo en los propios defectos y en los méritos o cualidades del cónyuge”. Basta reflexionar un poco sobre la anécdota para advertir que quien se comporta de este modo lleva todas las de ganar».

La verdad ilustrada por este apólogo la expresa, con términos más técnicos, Gottman, un especialista americano: «Lo que hace que un matrimonio funcione es muy sencillo. Las parejas felizmente casadas no son más listas, más ricas o más astutas psicológicamente que otras. Pero en sus vidas cotidianas han adquirido una dinámica que impide que sus pensamientos y sentimientos negativos (que existen en todas las parejas) ahoguen los positivos. Es lo que llamo un matrimonio emocionalmente inteligente».

Tomás Melendo Granados

martes, 10 de junio de 2008

Conyugalia: Una forma diferente y divertida de veranear en familia

Una forma diferente y divertida de veranear en familia

Publicado en: www.aceprensa.com
Firmado por Cristina Abad Cadenas
Fecha: 4 Junio 2008

Familias que veranean en un mismo hotel, compartiendo actividades para niños y mayores

Verano Diferente” nació en Galicia, por iniciativa de un grupo de matrimonios que formaban parte de un centro de orientación familiar y que estaban interesados en programar su descanso estival en un buen ambiente, a la vez divertido y para toda la familia.

El ejemplo cundió, y en 1996 miembros del Instituto de Estudios de la Familia (IDEFA) decidieron desarrollar su propio proyecto en Sierra Nevada (Granada), por el que han pasado ya más de un millar y medio de personas.

Hace cinco años, la asociación FERT de Cataluña se interesó por la actividad y decidió poner en marcha el “Estiu Diferent”. Y este verano, un grupo de padres de la Asociación de Orientación Familiar PREF de Valencia se estrena en Gudar (Teruel), y otros de Aula Familiar (Madrid) irán Portugal. Al amparo de esta iniciativa han surgido otras similares como campos de trabajo familiares en Asturias y en el Camino de Santiago.

Esta es, brevemente, la historia de un joven proyecto que cada año genera más demanda. Ya son miles las familias de España que buscan un verano diferente, un modo práctico, divertido y enriquecedor de pasar sus vacaciones, una nueva forma de descansar en familia, con la familia, y con otras familias en sintonía, donde la convivencia y la solidaridad son las protagonistas.

Actividades para toda la familia

Por regla general, cada uno de estos proyectos se desarrolla en un entorno natural y ofrece sesiones de orientación familiar para padres impartidas por profesores cualificados por las mañanas, mientras los hijos participan con sus monitores y sus grupos en actividades deportivas y lúdicas, como senderismo, piscina, patinaje, futbito, juegos organizados, etc. Por las tardes, los niños vuelven a sus actividades mientras los padres practican senderismo, ciclismo, piragüismo, o acuden a la piscina o a clases de baile, por poner algunos ejemplos. Junto a esto, hay actividades para toda la familia, como excursiones, visitas culturales, tertulias, olimpiadas, gymkhanas, festivales, etc.

Según Isabel de Haro y Juan Antonio Callejón, y Mª Ángeles García y Armando Segura, matrimonios promotores en Granada, cinco son las notas que definen el proyecto: “Familiar, porque fortalece la relación entre todos y hace fácil la comunicación y la confianza; natural, porque el contacto con el medio ambiente permite a nuestros hijos adquirir hábitos de respeto y salvaguarda del patrimonio; eficaz, porque completa nuestra formación en aspectos a los que no llegamos por falta de tiempo o de medios; divertido, porque pone en juego capacidades desconocidas para disfrutar y hacer disfrutar a otros; y acogedor, porque, tras un año de trabajo, es imprescindible reponer fuerzas, y contamos con instalaciones confortables y un equipo de profesionales competente".

Para Laura Sánchez, que junto a su marido Gregorio Azcárate y el matrimonio compuesto por Paqui Granados y Paco Ortiz pusieron en marcha la actividad en Cataluña, “son unos días de vacaciones con muchos momentos de ocio pensados para todas las edades: senderismo, rafting, paseos en bicicleta; pero también hay tiempo para enriquecernos con cursos de orientación familiar. Se habla de temas que interesan a los padres: cómo ejercer una autoridad positiva, la educación sexual de los niños, o la inteligencia emocional”.

Cinco veranos diferentes

“Verano Diferente” se desarrolla en el Hotel Monachil de Sierra Nevada (Granada), del 31 de julio al 10 de agosto. La inscripción es de 250 euros para toda la familia, que incluye las actividades, el material y la estancia de los monitores. El alojamiento y pensión completa por día es gratuito para los niños menores de 3 años, de 27 euros para los chavales de 4 a 12 años y de 37 euros para los adultos.

“Estiu Diferent” tiene lugar del 2 al 12 de agosto en dos escenarios: el Hotel Port-Ainé 2000, en el Pirineo de Lleida, y el Hotel Nievesol, en el Pirineo de Huesca. El coste del alojamiento y la pensión completa por día es de 39,90 euros al día para los adultos, 27,30 para niños hasta 12 años y gratis para bebés de 0 a 2. La inscripción por familia es de 390 euros. Incluye las actividades y los monitores.

El proyecto impulsado este año desde el PREF de Valencia tendrá lugar del 2 al 11 de agosto en el Hotel El Mirador de Gudar (Teruel). La pensión completa por día es de 38 euros por adulto, 30 euros por niño de entre 2 y 13 años y gratis para menores de 2 años. La inscripción cuesta 360 euros por familia.

En la estación de montaña de Manzaneda (Ourense), “Un verano diferente” se desarrolla en los Apartamentos Galicia entre los días 6 y 16 de agosto. El precio, incluido el alojamiento con pensión completa, las actividades y la guardería, es de 40 euros para adultos; 36 para jóvenes de 7 a 18; 26 para niños de 3 a 7 y gratis para los menores de 3 años. La inscripción es de 100 euros por familia.

Y el “Verano Familiar” promovido por Aula Familiar, es un plan para 35 familias del 2 al 12 de agosto en el Hotel Serra da Estrela de Penhas da Covilhã (Portugal), en pleno parque natural, a 1.500 metros de altitud. El precio del alojamiento con pensión completa es de 37 euros por adulto o niño mayor de 11 años, 29 euros para niños de 5 a 11 años, 15 euros para menores de 3 y 4 años y gratis para bebés hasta 2 años.

Más información:

“Verano Diferente” en Sierra Nevada. Organiza INEFA (Granada). Tel. 958-132-764 / 652-330-289. Correo electrónico: inefa@universita.e.telefonica.net.

“Estiu Diferent” en Lleida y Huesca. Organiza FERT (Cataluña). Tel. de matrimonios organizadores: 932-541-833 / 44 (de 10 a 14 horas). Correo electrónico: estiudiferent@fert.es. Web: www.fert.es/estiu08/estiu08.htm.

“Verano diferente” en Teruel. Organiza PREF (Valencia). Tel. 963-517-988; Pilu de Nalda: 665-519-653. Correo electrónico: pref@asociacionpref.org. Web: www.asociacionpref.org/folleto.jpg.

“Verano diferente” en Portugal. Aula Familiar (Madrid): Tel. 914-029-638; Patricia de Donesteve: 609-407-472 / 916-221-110. Correo electrónico: veranodiferente@aulafamiliar.org. Web: www.aulafamiliar.org.

“Un verano diferente” en Ourense. Tel. 986-137-228 / 606-936-726. Correo electrónico: veranodiferente@mundo-r.com. Web: www.uvdmanzaneda.es

lunes, 9 de junio de 2008

Conyugalia: El principio de Eva

El principio de Eva

Das Eva Prinzip

Autor: Eva Herman

Ediciones B. Barcelona (2008). 255 págs. 18 Euros

Traducción: Irene Saslavsky Niedermann.

Firmado por Cristina Abad Cadenas en www.aceprensa.com 4 Junio 2008

¿Dónde reside el núcleo de la felicidad de la mujer y qué le ocurre a esta Europa envejecida llena de féminas agotadas de perseguir su autorrealización personal? Plantearse esta cuestión y responderla al margen de la ortodoxia feminista de izquierdas le valió a Eva Herman una persecución que acabó con su despido como locutora del informativo más popular de la radiotelevisión pública alemana tras 18 años de veteranía.

El libro –un gran éxito de ventas en Alemania– ha despertado fobias entre las feministas a ultranza y filias entre muchas mujeres deseosas de ejercer sin presiones políticas ni mediáticas su derecho a quedarse en casa o ir a trabajar. En sus páginas la autora desvela las claves que permiten “convertir el desconcierto en energía para actuar y decidir nuestro destino de manera consciente”.

Pero, ¿qué le ocurrió a esta periodista de rutilante carrera profesional para poner patas arriba los postulados feministas de los años sesenta y setenta de los que ella misma se había alimentado? Alcanzar el ecuador de su vida, cosechar tres divorcios y tener un hijo.

Desde su experiencia de maternidad, Eva Herman bucea en los datos científicos, antropológicos y sociológicos según los cuales la capacidad de ser madre es núcleo constitutivo del ser mujer y no una esclavitud superable. Y concluye: “Parece absurdo, pero es innegable: las mujeres hemos olvidado que somos mujeres. Desde muchos puntos de vista, hemos perdido nuestra feminidad, aquello que podía conformarnos”.

Más adelante pone el dedo en la llaga: “La sociedad es incapaz de llamar la atención sobre esta realidad, porque no encaja con el discurso con el que las feministas, en su mayoría solteras, pretendían convencernos hace algunos decenios: todo es planificable, nos decían, y, para realizarnos, debemos superar ese vínculo con un marido y un hijo. Digámoslo con toda tranquilidad: nosotras mismas nos cargamos el peso de esas contradicciones a las espaldas, nosotras mismas nos convertimos en el juguete de los ofrecimientos seductores y las promesas de una carrera profesional. Al emprender la batalla por nosotras mismas, por nuestra independencia… y la batalla contra los hombres, pasamos por el aro que nos pusieron delante de las narices en vez de detenernos y plantearnos las auténticas preguntas vitales”.

La alarmante reducción de la natalidad en Europa y en Alemania, la crianza despersonalizada de los niños y su relación con el incremento de la violencia juvenil, la llamada del reloj biológico, las alteraciones hormonales y sus consecuencias fruto de la adopción de roles masculinos, los efectos en la pareja de la separación entre sexualidad y reproducción, y la relación entre guerra de sexos y fracaso matrimonial son algunas de las cuestiones que Eva Herman pone sobre el tapete de la responsabilidad social de las propias mujeres.

“Se trata de avanzar” –asegura a las desconfiadas desde su óptica esperanzada–. “Si logramos recordar cuál es nuestro auténtico punto fuerte, podremos cambiar el mundo. ¿Grandes palabras? Quizá. Pero resulta que son las mujeres quienes pueden forjar una convivencia más humana gracias a su inteligencia social y emocional”.

Y una llamada de atención a las “peleadoras”, sin acritudes: “Dejad que las mujeres vuelvan a encontrar su propio camino y guardaos de tildarlas de bobas que viven sometidas a los hombres. Dejad que elijan libremente, porque entre las distintas opciones también está la de tener marido e hijos”.

Conyugalia: Los celos (II)

LOS CELOS (II)

En los últimos años parece que cada vez se da un índice desmesurado de separaciones y crisis conyugales, una de las causas mas problemáticas y para las que las parejas buscan soluciones en los profesionales de la terapia conyugal son los celos.

Publicado en http://personales.com/espana/madrid/apsired/celos.htm

4.- Diferencias en cuanto al rol sexual

Los análisis realizados en distintos estudios vienen a decir que las diferencias mas marcadas entre hombres y mujeres se dan en el significado que se le asigna al sexo. Por lo general en la relación de las mujeres con el sexo predomina el afecto, la cercanía, lo intimo. Los hombres por su parte relacionan el sexo con logros personales, con la aventura, el control o la pura liberación física. Ella dice "después de un día sin hablarnos como esperas que tenga ganas de hacer el amor"; el dice "hacer el amor es un modo de acercarnos".

Para las mujeres pues el sexo satisfactorio se da en el contexto de una relación cargada de afectividad, pero los hombres es mas fácil separar sexo de afectividad. Cuando la mujer habla de contacto suele referirse a la intimidad que nace de la expresión verbal, de los sentimientos y pensamientos compartidos. Para el, el contacto físico es la esencia de la intimidad.

¿Cómo responden los hombres y las mujeres a los celos?. Parece que la respuesta mas común entre la población de ambos sexos es hablar acerca de ello con el compañero/a. Entre las mujeres la segunda respuesta fue ignorar el asunto, no así entre los hombres. Por ultimo la tercera respuesta para hombres y mujeres es el decir que se sienten heridos.

Entre las mujeres las respuestas conductuales mas comunes son el llanto, el enfurruñamiento y el mostrarse heridas. En cuanto al hombre es mas probable que exprese sus sentimientos atacando, diciéndole a su compañera que lo ha herido y exigiéndole que deje de hacerlo.

Hombres y mujeres responden de forma diferente al descubrimiento de que sus compañeros están teniendo un amorío. Los hombres tienden a estallar de cólera, que en casos extremos se expresa violentamente, y a abandonar la relación. Las mujeres por su parte, tienden a responder con depresión, culpándose a si mismas, e intentando recuperar al hombre. Es posible, por ejemplo, que hagan esfuerzos por volverse mas atractivas o por despertar los celos de su compañero. Una interpretación de esto es que los hombres intentan mas proteger su autoestima, mientras que las mujeres se esfuerzan mas bien por mantener la relación.

Cuando ellos preguntan, lo hacen, sobre todo por detalles de la relación sexual y comparándose con el rival; cuando ellas preguntan, lo hacen, intentando saber el daño a la relación de pareja y los detalles íntimos que la otra persona haya podido conocer de su persona.

Las mujeres son mas proclives que los hombres a considerar la relación como central para su identidad y procuran encontrar en ella un sentido que abarque su vida entera. Los hombres tienden a identificarse mas con sus papeles profesionales, y eso podría explicar que cuando descubre un amorío, esta demasiado ocupado para arreglarlo y el mejor camino es romper la relación con lo que cree ganar tiempo y autoestima.

Otra diferencia entre hombres y mujeres es que estas ultimas parecen mas proclives a inducir los celos al compañero con lo que suelen tener un poder indirecto sobre la relación. Cuanto mas poder tiene una persona en el seno de la relación mas propenso es a responder a la situación con ataques de furia o abandonando la relación, mientras que la persona mas débil se comporta de modo mas femenino "llorando", "tratando de volverse mas atractiva" o "tratando de despertar celos en su compañero".

5.- Celos y cultura

Según el enfoque psicosocial los celos no son solo simplemente un fenómeno psicológico que ocurre en la mente de un individuo, sino un fenómeno social, producto del crecimiento de la persona en una cultura determinada, y están anclados en las decisiones básicas que se han tomado en esa cultura acerca de cuestiones tan fundamentales como la supervivencia física y el modo de buscar compañero. Estas decisiones vienen a integrarse en las costumbres, la moral y las leyes de la cultura. Le indican al individuo lo que se considera valioso y debe de ser protegido de una posible perdida, de tal modo que cada cultura define las situaciones que desencadenan la respuesta de celos.

La mayoría de los estudios vienen a decir que los celos son universales y aunque alguna cultura puede socializar a la gente para que no exprese los celos, no puede evitar que sientan celos cuando perciben que una amenaza se cierne sobre una relación valorada.

6.- Como hacer frente a los celos sentimentales.

Una de las preguntas mas frecuentes que hacen las personas con problemas de celos es saber si se pueden vencer, y la respuesta es que sí, pero con un gran esfuerzo.

De un modo general hacer frente a un problema no implica que se logre vencer los elementos dañinos, la amenaza o el desafío, sino que se hacen esfuerzos tendente para dominarlo. Algunas estrategias como hablar con el compañero o aprender cosas de usted pueden ser adaptativas aunque no solucionen el problema, pero otras respuestas generalmente violentas pueden tener efectos desastrosos.

Una estrategia eficaz siempre implica cuatro partes o etapas:

Tomar conciencia del problema

Asumir la responsabilidad de hacer algo al respecto.

Alcanzar una cierta claridad en cuanto a lo que es preciso hacer y que se puede hacer.

Desarrollar nuevas herramientas, y mejorar el alcance y la calidad de las viejas herramientas.

Tomar conciencia del problema supone empezar a reconocer "que puedo hacer como persona para modificar la situación para que mis celos no aparezcan tan fácilmente". En una crisis de celos lo primero es conocer que pensamientos anudan en la persona "miedo a la perdida", "sentimientos de humillación", etc. Una vez identificado el núcleo de los celos es necesario saber porque esta respondiendo como lo esta haciendo. ¿Es a consecuencia de una amenaza real a la relación o por su propia sensibilidad?.

6.1.- El enfoque conductista de los celos

Los conductistas parten del supuesto de que las causas de un problema de celos, y las soluciones para resolverlo, existen en el medio actual, aun en el caso de que el acontecimiento desencadenante de los celos haya ocurrido en otro tiempo y lugar.

Para los conductistas los celos son aprendidos y pueden ser desaprendidos sustituyéndolos por una respuesta mejor.

Existen varios procedimientos:

La desensibilización sistemática de todas aquellas cosas o situaciones que provocan celos .

Terapia racional-emotiva que distingue entre celos racionales y celos irracionales. Los celos racionales están basados en experiencias reales, mientras que los irracionales están basados en pensamientos irracionales del tipo "es horrible que mi marido este interesado en otra persona, no puedo soportarlo". Si en vez de decir esto se dice cosas como "esta situación no me gusta nada", "que desagradable es todo esto" o "querría que mi pareja se dedicara exclusivamente a mi"; la consecuencia afectiva será decepción, arrepentimiento o irritación pero nunca unos locos celos.

Técnica de implosión. Las personas atormentadas por los celos suelen tener una escena traumática. Los hombres suelen tener la imagen sexual como la mas desencadenadora de celos, mientras que las mujeres suelen imaginar escenas de gran intimidad. Algunos psicólogos creen posible eliminar las emociones asociadas con esta escena traumática. Para este tipo de escenas se suele utilizar una terapia de implosión.

Otra técnica es la llamada "honestidad escrupulosa" que supone una autentica terapia de implosión. Con esta técnica se pide al compañero no celoso que inunde al compañero celoso narrando en detalle todo lo que ocurrió durante el día de tal forma que le ayude a disipar la angustia y la inseguridad.

Otra técnica es la técnica de la "vaca holandesa". Es una técnica donde a la pareja no celosa se le pide que llame a intervalos regulares al otro compañero y le diga que esta haciendo a cambio de que la pareja celosa también revele su paradero y sus tareas. Aunque no esta claro si esta técnica ayuda a recuperar la confianza en la pareja, sin duda ayuda a cortar la conexión entre la ausencia temporal de la persona y los celos; y se sustituye por una conexión entre las llamadas telefónicas y el fastidio.

Otra técnica es la técnica de inversión de papeles. Consiste en pedirle al cónyuge traicionado que escriba una defensa convincente del cónyuge que tuvo el amorío y al cónyuge que tuvo el amorío que escriba una defensa de los celos del cónyuge traicionado.

Otra técnica es la técnica de la simulación. En esta técnica se le pide a la persona celosa que se comporte como si el o ella no estuvieran celosos. El supuesto subyacente es uno de los supuestos básicos del enfoque conductista – si una persona puede llegar a controlar su comportamiento celoso y actuar de una manera no celosa, puede aprender a percibirse a sí misma como una persona no celosa. El comportamiento celoso con sus demandas de atención, su insistencia en los interrogatorios, sus quejas, su recriminación de culpas, suele provocar una reacción negativa por parte del compañero.

Otra técnica es la llamada técnica de "la vuelta de la tortilla". En esta técnica se invierten los papeles y se le pide a la persona no celosa que adopte determinado tipo de conductas celosas.

jueves, 5 de junio de 2008

Conyugalia: La crísis de pareja (IV)

LA CRISIS DE PAREJA (IV)

En los últimos años parece que cada vez se da un índice desmesurado de separaciones y crisis conyugales, aunque también es verdad que cada vez mas las parejas buscan soluciones en los profesionales del comportamiento.

Publicado en http://personales.com/espana/madrid/apsired/crisis-de-pareja.htm

Decálogo para la convivencia conyugal

Estar siempre dispuesto a dar y recibir amor.

Tener muy en cuenta que lo importante es lo pequeño

Luchar por no ser tan hipersensible en la convivencia

Procurar evitar discusiones innecesarias

Tener capacidad de reacción tras momentos/días difíciles

Cuidar el lenguaje verbal y no verbal, sabiendo que cualquier conducta humana se apoya en la comunicación: respeto, comprensión, delicadeza

Poner el máximo empeño para que no salga la lista de agravios

Tener el don de la oportunidad

Todo comportamiento necesita de un cierto aprendizaje y la relación de pareja es un intercambio de conductas gratificantes.

Adquisición de habilidades de comunicación.

Diez conductas verbales positivas

Lenguaje habitual concreto y bien especificado: los 3 niveles de la comunicación han de ser claros: emisor-mensaje-receptor. Cuidar el volumen y tono de voz, evitando el sarcasmo cruel y la lista de desagravios.

Tener siempre una visión positiva de la vida en pareja, sin desconocer las dificultades de la vida en pareja, pero descubriendo lo bueno y gratificante que puede ser la vida en pareja.

Gratificaciones orales frecuentes: pequeños elogios, palabras amables, comentarios positivos, frases cariñosas, elogios al físico, etc.

Procurar que existan conductas asertivas

Evitar formulas negativas categóricas tajantes: nunca, jamás, intolerable, inaguantable

Sinceridad pero evitando la crudeza, hay que utilizar la mano izquierda

Aprender a no dramatizar y no convertir las dificultades en asuntos insalvables.

Unificar códigos de conducta en cuanto a la educación de los hijos

Diez conductas no verbales positivas

Cuidar el aspecto físico desde la higiene personal hasta el vestido

Cultivar expresiones faciales de afecto: miradas tranquilas, sonrisas acogedoras, miradas simpáticas.

Después de un enfado, de una situación de tensión, evitar silencios muy prolongados.

En circunstancias de crisis aprender a tener guiños de acercamiento

Acompañar el dialogo con gestos de aprobación

Frenar los hábitos cognitivos negativos

Tener el don de la oportunidad

Perdonar y saber olvidar

Conyugalia: Los celos (I)

LOS CELOS (I)

En los últimos años parece que cada vez se da un índice desmesurado de separaciones y crisis conyugales, una de las causas mas problemáticas y para las que las parejas buscan soluciones en los profesionales de la terapia conyugal son los celos.

Publicado en http://personales.com/espana/madrid/apsired/celos.htm

1.- Introducción

Los celos son una respuesta a lo que se percibe como una amenaza que se cierne sobre una relación considerada valiosa o sobre su calidad. Es una respuesta compleja que tiene componentes internos y externos.

El componente interno de los celos incluye emociones, pensamientos y síntomas físicos que a menudo no son visibles para el mundo externo.

Las emociones asociadas con los celos pueden incluir dolor, ira, rabia, tristeza, miedo, pena y humillación.

Los pensamientos asociados con los celos pueden ser de los siguientes tipos:

Resentimiento ("¿Cómo pudiste haberme mentido así?")

Auto incriminación (¿Cómo pude haber sido tan ciego, tan estúpido, tan confiado"?)

Comparación con el rival ("No soy tan atractiva, seductora, inteligente")

Preocupación por la propia imagen ante los demás ("todo el mundo se reirá de mi.

Auto conmiseración ("estoy completamente sola, nadie me ama).

Posesividad

Pensamientos de venganza.

Entre las respuestas fisiológicas se encuentran aquellas que son típicas de trastornos de ansiedad.

El componente externo es más claramente visible para el mundo externo y se expresa en distintos tipos de comportamientos: hablar abiertamente del problema, gritar, llorar, usar el humor, tomar represalias, dejar a la otra persona o recurrir a la violencia.

La respuesta celosa se desencadena cuando se percibe una amenaza a una relación. La amenaza puede ser real o imaginada, del mismo modo que la relación misma puede ser real o imaginada.

Es una respuesta compleja que tiene diferentes componentes según la percepción de cada persona:

Temor a ser abandonado

Desprestigio

Traición de la confianza depositada en otra persona

Competitividad con el adversario

Envidia.

2.- Celos y envidia

Mucha gente tiende a confundir celos con envidia pero es hora de hacer distinciones. Por lo general la envidia involucra a dos personas, la persona envidiosa quiere algo que le pertenece a otra persona y no quiere que esa otra persona lo tenga. La envidia esta conectada con el no tener.

Los celos sin embargo involucran a 3 personas y la persona afectada esta respondiendo a lo que percibe como una amenaza que un tercero representa para una relación que ella considera como valiosa. Esto ultimo es valido aun en el caso de que el tercero solo exista en la imaginación de la persona celosa. Los celos están conectados con el no tener.

Una persona puede tener celos porque su pareja puede estar teniendo un amorío con su mejor amigo/a, y al mismo tiempo sienta envidia del éxito que su amigo/a tiene con la pareja

3.- Celos normales y anormales

¿Son los celos una locura?. Parece ser que los celos merodean la zona gris que se extiende entre la salud mental y la locura. Algunas reacciones a los celos son tan naturales que una persona que no las demuestre parece en cierta forma "no normal". Una persona que cuya pareja le informe que le deja por otra pareja no puede responder "que maravilloso para ti querida".

Sin embargo otras reacciones son tan excesivas que pueden ser patológicas (espiar a la pareja, consultar su agenda, interceptar su teléfono, buscar manchas en su ropa interior) y a veces estas son tan exageradas que ni la fidelidad a ultranza de la pareja hace desaparecer la respuesta..

La Psicología clínica considera que ambos casos de respuesta son patológicas. Los celos normales tienen como base una amenaza real a la relación, pero los delirantes, persisten incluso a pesar de la ausencia de cualquier amenaza real o incluso probable.

A la distinción entre amenaza real e imaginaria se suele agregar otra distinción entre la reacción adecuada o normal y la reacción inadecuada o anormal.

Otra distinción es que los celos normales son una reacción defensiva que incluso puede salvar una relación de pareja, mientras que los anormales son una obsesión destructiva que daña a las personas y a su relación.

En resumen cabe decir que la mayoría de las personas "normales" sienten celos cuando una amenaza se cierne sobre una relación que valoran. Sin embargo la mayoría de los celos anormales no están relacionados con una amenaza real a una relación valorada sino con algún disparador interno del individuo celoso y además en este caso la reacción de celos resulta dramáticamente exagerada o violenta.

Predisposición a los celos

Los celos suelen ser el resultado de una interacción entre una cierta predisposición y un acontecimiento preciso que actúa como desencadenante. Por eso cabe decir que una cierta predisposición celosa puede no expresarse nunca si no ocurre un acontecimiento desencadenante.

En general la predisposición a los celos depende de varios factores:

La cultura en la que estamos inmersos

Nuestro contexto familiar, así por ejemplo un hombre cuya madre fue infiel puede tener cierta predisposición, o una niña que creció a la sombra de una hermana mas bonita o inteligente también puede ser mas celosa a priori.

Nuestras experiencias en las relaciones intimas y si esas relaciones han sido traicionadas en alguna ocasión.

En general hay una serie de situaciones que pueden desencadenar una respuesta de celos (una aventura de una noche, un abandono a mitad de una fiesta, una pareja antigua que reaparece, etc) pero en general parece que aquellas situaciones donde un componente de la pareja anuncia que se ha enamorado de otra persona y piensa abandonarla desencadena la mayor respuesta y la mayoría de las veces acaba en ruptura de la pareja.

En general parece que los celos con la edad van atenuándose quizás porque los individuos aprenden estrategias para hacerles frente y es posible que eviten relaciones en las que resulte probable que se puedan desencadenar. también es posible que con el paso del tiempo la mayoría de las parejas desarrollen un cierto grado de seguridad en su relación y estén entonces menos propensas a ver los incidentes desencadenantes de celos como amenazas importantes. también en la sociedad hay una creciente apertura que hace que en la institución del matrimonio haya una decadencia generalizada de los celos.

Por otro lado parece que las personas con mas hermanos varones mayores mayor es la predisposición a los celos. Otros factores predisponentes son la inseguridad personal en si mismo, bajos niveles de autoestima, adicción al amor, un pobre estado físico, etc.